Venezuela en Crisis: Hambre, calamidad e incertidumbre marcaron el Día de la Independencia
La tierra que fundó el Libertador Simón Bolívar el 5 de Julio de 1811, conmemoró el aniversario número 205 de su Independencia de la corona española. Pero a pesar de los múltiples actos conmemorativos (discursos, desfiles militares y ofrendas florales) que organizó el gobierno del presidente Nicolás Maduro para marcar la histórica fecha, los venezolanos (dentro y fuera del país sudamericano), en realidad tenían pocos motivos para celebrar.
Hambre, calamidad e incertidumbre hoy dominan el diario vivir del pueblo venezolano; la crisis económica por la que atraviesa el país de poco más 30 millones de habitantes, parece no tener fin. Esa supuesta "luz al final del túnel" está tan lejos que nadie puede verla. Lo peor: La esperanza de un referéndum revocatorio que expulse a Maduro del poder presidencial, parece evaporarse más y más cada día que pasa.
Venezuela hoy protagoniza los titulares del mundo por la falta de alimentos y productos de primera necesidad. Las finanzas de uno de los principales productores de petróleo del mundo hoy mendigan ante la comunidad internacional. En palabras simples: Las arcas venezolanas están en quiebra, y en el país no hay ni un solo "Harry Potter" que arregle la situación con un hechizo de su varita mágica.
Maduro, quien mayo pasado declaró un "estado de emergencia" cuando la inflación alcanzó el 180%, responsabiliza a las "grandes corporaciones" estadounidenses por las vicisitudes económicas de Venezuela.
Desde que asumió el poder hace poco más de tres años, tras la muerte del presidente Hugo Chávez, Maduro continuó el mismo discurso socialista, demagogo y anti-estadounidense de su predecesor. El ex chófer de autobuses convertido en jefe de estado de 53 años, en todo momento ha acusado a Estados Unidos de inmiscuirse en los asuntos internos de Venezuela y de presuntamente querer derrocarlo del poder.
Sin embargo, declaraciones recientes del gobierno de Maduro sugieren que Venezuela está dispuesta a restablecer relaciones diplomáticas con Estados Unidos, luego de una paralización de seis años.
Si bien la administración del presidente Barack Obama ha manifestado preocupación por la crisis en Venezuela, cualquier acercamiento diplomático entre ambos países deberá ser liderado por principios internacionales de soberanía e igualdad de derechos.
Lo cierto es que a la gente en Venezuela no le importa la opinión de la cúpula gubernamental, ni la guerra de palabras contra Washington que sostiene su máximo líder desde el Palacio de Miraflores. Los hechos (y en especial la falta de comida) hablan por sí solos; pues el hambre ha hecho que muchos venezolanos pierdan el miedo...
No es secreto que Venezuela atravesó hace poco por un periodo de racionamiento energético, impuesto por el propio Maduro en abril pasado. En este último año, el costo de la canasta básica para alimentar a una familia de cinco miembros aumentó en un 524%.
Esto al tiempo que médicos, pacientes y sus familiares protestan case a diario por la falta de medicamentos, materiales médicos y el deterioro de las instalaciones hospitalarias. Específicamente, algunos medios internacionales reportaron desde Caracas que pacientes del Hospital de Niños Doctor José Manuel de los Ríos, pasaron varios días sin ser alimentados debido a la falta de comida.
Las imágenes que salen desde Venezuela (por televisión y las redes sociales) muestran cómo los supermercados están vacíos, sin comida ni artículos de primera necesidad; mientras que saqueos y disturbios callejeros son fenómenos rampantes en las principales ciudades venezolanas.
Lo que sí está claro es que la decadente situación política y económica de Venezuela ha llegado a un punto tan grave que eventualmente, ¡algo tendrá que ceder!
Muchos economistas coinciden en que un caos financiero en Venezuela es inevitable, y que "la válvula de presión" estallará al colapsar la deuda venezolana, actualmente de unos $125 mil millones de dólares, y de los cuales $10 mil millones deberán ser saldados a finales de este año.
De forma paralela, Maduro se defiende como "gato boca arriba" para evitar que un referéndum revocatorio lo saque de su puesto, y para el cual se han recaudado casi 2 millones de firmas.
El futuro de Venezuela es como el capítulo de un libro aún sin escribir. La única alternativa para el lector es esperar que se publique. Ya sea un colapso económico o la expulsión de Maduro de la presidencia, a corto plazo nada mejorará el sufrimiento diario del pueblo venezolano que lo único que quiere es un cambio para sobrevivir, en medio del hambre, calamidad e incertidumbre.
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El periodista Fernando Almánzar trabaja como Productor y Editor de Asignaciones en Telemundo, y ha sido galardonado con tres Premios Emmy como miembro del equipo del programa matutino "Un Nuevo Día".
Hambre, calamidad e incertidumbre hoy dominan el diario vivir del pueblo venezolano; la crisis económica por la que atraviesa el país de poco más 30 millones de habitantes, parece no tener fin. Esa supuesta "luz al final del túnel" está tan lejos que nadie puede verla. Lo peor: La esperanza de un referéndum revocatorio que expulse a Maduro del poder presidencial, parece evaporarse más y más cada día que pasa.
Venezuela hoy protagoniza los titulares del mundo por la falta de alimentos y productos de primera necesidad. Las finanzas de uno de los principales productores de petróleo del mundo hoy mendigan ante la comunidad internacional. En palabras simples: Las arcas venezolanas están en quiebra, y en el país no hay ni un solo "Harry Potter" que arregle la situación con un hechizo de su varita mágica.
Maduro, quien mayo pasado declaró un "estado de emergencia" cuando la inflación alcanzó el 180%, responsabiliza a las "grandes corporaciones" estadounidenses por las vicisitudes económicas de Venezuela.
Desde que asumió el poder hace poco más de tres años, tras la muerte del presidente Hugo Chávez, Maduro continuó el mismo discurso socialista, demagogo y anti-estadounidense de su predecesor. El ex chófer de autobuses convertido en jefe de estado de 53 años, en todo momento ha acusado a Estados Unidos de inmiscuirse en los asuntos internos de Venezuela y de presuntamente querer derrocarlo del poder.
Sin embargo, declaraciones recientes del gobierno de Maduro sugieren que Venezuela está dispuesta a restablecer relaciones diplomáticas con Estados Unidos, luego de una paralización de seis años.
Si bien la administración del presidente Barack Obama ha manifestado preocupación por la crisis en Venezuela, cualquier acercamiento diplomático entre ambos países deberá ser liderado por principios internacionales de soberanía e igualdad de derechos.
Lo cierto es que a la gente en Venezuela no le importa la opinión de la cúpula gubernamental, ni la guerra de palabras contra Washington que sostiene su máximo líder desde el Palacio de Miraflores. Los hechos (y en especial la falta de comida) hablan por sí solos; pues el hambre ha hecho que muchos venezolanos pierdan el miedo...
No es secreto que Venezuela atravesó hace poco por un periodo de racionamiento energético, impuesto por el propio Maduro en abril pasado. En este último año, el costo de la canasta básica para alimentar a una familia de cinco miembros aumentó en un 524%.
Esto al tiempo que médicos, pacientes y sus familiares protestan case a diario por la falta de medicamentos, materiales médicos y el deterioro de las instalaciones hospitalarias. Específicamente, algunos medios internacionales reportaron desde Caracas que pacientes del Hospital de Niños Doctor José Manuel de los Ríos, pasaron varios días sin ser alimentados debido a la falta de comida.
Las imágenes que salen desde Venezuela (por televisión y las redes sociales) muestran cómo los supermercados están vacíos, sin comida ni artículos de primera necesidad; mientras que saqueos y disturbios callejeros son fenómenos rampantes en las principales ciudades venezolanas.
Lo que sí está claro es que la decadente situación política y económica de Venezuela ha llegado a un punto tan grave que eventualmente, ¡algo tendrá que ceder!
Muchos economistas coinciden en que un caos financiero en Venezuela es inevitable, y que "la válvula de presión" estallará al colapsar la deuda venezolana, actualmente de unos $125 mil millones de dólares, y de los cuales $10 mil millones deberán ser saldados a finales de este año.
De forma paralela, Maduro se defiende como "gato boca arriba" para evitar que un referéndum revocatorio lo saque de su puesto, y para el cual se han recaudado casi 2 millones de firmas.
El futuro de Venezuela es como el capítulo de un libro aún sin escribir. La única alternativa para el lector es esperar que se publique. Ya sea un colapso económico o la expulsión de Maduro de la presidencia, a corto plazo nada mejorará el sufrimiento diario del pueblo venezolano que lo único que quiere es un cambio para sobrevivir, en medio del hambre, calamidad e incertidumbre.
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El periodista Fernando Almánzar trabaja como Productor y Editor de Asignaciones en Telemundo, y ha sido galardonado con tres Premios Emmy como miembro del equipo del programa matutino "Un Nuevo Día".